“Aquella avenida siempre estaba muy transitada. Sus amplias aceras, con arbolado, le daban un aspecto de bulevar que daba buena cuenta de la pretensiosa y colorida primavera. En la esquina, con cartelería colorida, una entidad bancaria. De esas que todavía no ponen reparos en atender a la clientela cara a cara. Colindando con la medianera, el Centro de Salud del barrio. Llegaba final de mes y desde muy temprano una larga cola, de personas entradas en años, hacía formación en la amplia acera. Desde la proximidad era difícil descifrar las personas que esperaban turno en lo sanitario o en lo bancario. María llegó a la fila ante de dar las ocho. Pidió la vez. El último de la fila le respondió. ¿Usted viene para cobrar la pensión o para el control de tensión?. Ella pensó: Debería estar en las dos colas. Prefirió la segunda. Sus salud cardiovascular era lo primero”.
La hipertensión (o tensión arterial alta) es una enfermedad, la mayor de las veces de origen primario, que incrementa de manera significativa el riesgo de sufrir cardiopatías, encefalopatías, nefropatías y otras enfermedades.
Se estima que en el mundo hay 1280 millones de personas adultas de 30 a 79 años con hipertensión y que la mayoría de ellos (cerca de dos tercios) vive en países de ingresos bajos y medianos. Según los cálculos, el 46% de los adultos hipertensos desconocen que padecen esta afección. La hipertensión se diagnostica y trata en menos de la mitad de los adultos que la presentan (solo al 42%). Apenas uno de cada cinco adultos hipertensos (el 21%) tiene controlado el problema. La hipertensión es una de las causas principales de muerte prematura en el mundo.
Una de las metas mundiales para las enfermedades no transmisibles es reducir la prevalencia de la hipertensión en un 25% en 2025 (con respecto a los valores de referencia de 2010).
La tensión arterial es la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias, que son grandes vasos por los que circula la sangre en el organismo. Se considera que la persona presenta hipertensión cuando su tensión arterial es demasiado elevada. Para establecer el diagnóstico de hipertensión se han de tomar mediciones dos días distintos y en ambas lecturas la tensión sistólica ha de ser superior o igual a 140 mm Hg y la diastólica superior o igual a 90 mm Hg.
Entre los factores de riesgo modificables están los hábitos alimentarios (consumo excesivo de sal, dietas ricas en grasas saturadas y grasas trans e ingesta insuficiente de frutas y verduras), la falta de ejercicio físico, el consumo de tabaco y alcohol y el sobrepeso o la obesidad. Existen factores de riesgo no modificables, como los antecedentes familiares de hipertensión, la edad superior a los 65 años y la concurrencia de otras enfermedades, como diabetes o nefropatías.
La mayoría de personas hipertensas ignoran que lo son, pues la enfermedad no siempre va acompañada de síntomas o signos de alerta, por lo que se dice que mata silenciosamente. Por tanto, es muy importante medir la tensión arterial periódicamente. Pueden presentarse síntomas como cefaleas matutinas, hemorragias nasales, ritmo cardiaco irregular, alteraciones visuales y acúfenos. La hipertensión grave puede provocar cansancio, náuseas, vómitos, confusión, ansiedad, dolor torácico y temblores musculares. La única manera de detectar la hipertensión es recurrir a un profesional sanitario para que mida nuestra tensión arterial. Se trata de un proceso rápido e indoloro que también podemos hacer nosotros mismos con un aparato automático, si bien es importante que un profesional valore el riesgo existente y los trastornos asociados.
Entre otras complicaciones, la hipertensión puede producir daños cardiacos graves. El exceso de presión puede endurecer las arterias, con lo que se reducirá el flujo de sangre y oxígeno que llega al corazón. El aumento de la presión y la reducción del flujo sanguíneo pueden causar: Dolor torácico (angina de pecho). Infarto de miocardio. Insuficiencia cardiaca. Ritmo cardiaco irregular, que puede conllevar la muerte súbita. La hipertensión arterial es el principal factor de riesgo de los accidentes vasculares cerebrales. Asimismo, puede causar daños renales que generen una insuficiencia renal.
La prevalencia de la hipertensión es distinta en función de la región y de la categoría del país, según su nivel de ingresos. La prevalencia más elevada corresponde a la Región de África de la OMS (27%), mientras que la más baja es la de la Región de las Américas (18%). El incremento de la HTA se ha observado especialmente en los países de ingresos bajos, lo que se explica principalmente por el aumento otros de los factores de riesgo en esas poblaciones, como los hábitos alimentarios, la falta de ejercicio físico, la obesidad, las precarias condiciones de vida, la dificultad en el acceso a los servicios de salud, y en líneas generales todo lo relacionado con la pobreza extrema.
Reducir la hipertensión previene infartos, accidentes cerebrovasculares y daños renales. Baja la mortalidad por causas prevenibles y mejora la calidad de vida.
En 2021, la OMS publicó unas nuevas directrices sobre el tratamiento farmacológico de la hipertensión en el adulto, en las que se formulan recomendaciones basadas en la evidencia sobre el comienzo del tratamiento de la hipertensión y los plazos de revisión recomendados. Además, se indica la presión arterial que debe alcanzarse para controlar la hipertensión y se informa sobre cuáles son los profesionales del sistema de salud que puede dar inicio al tratamiento.
La Hipertensión Arterial supone un factor de riesgo más de nuestra salud cardiovascular. Su control, y el mantener sus cifras a raya, forman parte del principal factor de riesgo de las causas de mortalidad que se pueden prevenir. Controlarla de manera adecuada reduciría la morbilidad y la mortalidad cardiovascular de manera significativa.
¿Y tú cómo la tienes?
BIBLIOGRAFÍA
https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/hypertension
https://www.paho.org/es/campanas/dia-mundial-hipertension-2022